martes, 16 de diciembre de 2008

Fin del Primer Trimestre...y una sesión de Lengua Española!!

Hola chic@s

En vísperas de Navidades, damos cierre al primer trimestre del curso. Ya esta mañana las bajas del alumnado en las aulas, denotaban la alegría del fin de los exámenes y las ganas de vacaciones que se palpan a nuestro alrededor.

En primer lugar, quiero darles mis más sinceros agradecimientos a aquellos alumnos que me han ayudado en esta última semana con todo el problema que nos han ocasionado los obsoletos medios audiovisuales de nuestro querido instituto. Pero, al final, hemos consegido ver la película de Las dos caras de la verdad, que espero os esté gustando. Felicito a Raquel por proponernos el visado de la misma, es de una gran calidad.La próxima entrada estará dedicada a la reflexión de los trastornos del personaje protagonista...espero vuestros comentarios (no hace falta decirlo, el trimestre acaba pero el curso no!!).

Como sabéis, estos últimos días he estado muy ocupada corrigiendo vuestros trabajos y demás exámenes, con lo que os pido disculpas por no haberos contestado a vuestros comentarios, que sí he leído. No creáis que no me interesan,lo que pasa es que la vida de profesor no es tan idílica y maravillosa como se rumorea por ahí, dáis muchos trastornos de cabeza, aunque no os lo creáis!!!

Sabéis que estoy un poco decepcionada con el tema de la ortografía y la expresión escrita (¡Qué mala suerte que la que nos da clase de psicología sea profesora de Lengua Española y de lenguas "muertas", uff, qué pesada con la ortografía!- estaréis pensando la mayoría, verdad?). Pues sí, aunque la psicología es muy interesante, lo mío es el lenguaje y todo lo que lo hace posible. Debo deciros que me alarman las graves faltas de ortografía, como es el caso, en estudiantes de Segundo de Bachillerato, especial y paradójicamente en Humanidades y Ciencias Sociales. Que sepáis que en la evaluación con el resto del profesorado, lo voy a comentar y voy a animar a que se tomen medidas más serias al respecto. Como os he dicho, es importante que acabéis la educación secundaria sabiendo escribir correctamente. La escritura es la base de todo, ya que es la representación más fiel y exacta de nuestras reproducciones orales. Creo que es importante escribir bien para facilitarle la comprensión al receptor o receptores de lo que dicen nuestros escritos. Como veréis en los trabajos que os voy a entregar corregidos (os aviso que me los he leído de p a p!!), a muchos os he dejado un mensaje preguntándome qué me queréis decir porque no entiendo nada de nada y éso, sin duda, es porque no tenéis clara la estructura de la lengua. No sé cómo andaréis con la Sintaxis, pero es muy importante que la conozcáis bien, porque ello os podrá servir para poner los puntos y las comas donde hay que ponerlos (en algunos casos, he leído largas parrafadas que no sé cómo podría leerlas en voz alta sin respirar!!) y para insertar y enlazar las proposiciones subordinadas y demás...No sé si sabíais eso, pero un buen control de la sintaxis proporciona el mejor conocimiento de la estructura y funcionamiento de las lenguas. El mejor consejo que os puedo dar es que leáis siempre en voz alta lo que hayáis escrito...al escucharos veréis qué mal suenan muchas cosas. Tiene que sonar bien...para eso sirven las tildes,la grafía con la que marcamos el golpe de las tónicas. Hay que leer lo que escribimos como si lo estuviéramos escuchando, por eso en el momento que algo no está escrito bien, el que lo está leyendo (en este caso yo, que he acabado un poco loca entre tanto trastorno mental y tanta falta de ortografía!!)entra en un estado de malestar e incluso de incomprensión, simplemente porque lo que está leyendo no reproduce exactamente la forma de decirlo. ¿Me entendéis??...Os animo a releer vuestros trabajos y a que reflexionéis pensando si tengo razón o no.

Os advierto que en un examen de la Pau, yo me cargaría a todo aquél que haya obtenido su título de Bachillerato sin saber escribir...me imagino lo que debe ser tener que corregir mil exámenes y tener que estar descifrando lo que intentáis decir por culpa de este tipo de errores...

Soy de la opinión de que este problema debe subsanarse desde todos los departamentos, incluso los de matemáticas, física,economía, etc...hay que erradicar estos vicios y ser duros a la hora de calificaros. Ya lo sabéis, a partir de ahora, lo voy a tener muy en cuenta. Espero que trabajéis en ello muy en serio.

De modo que, soltado el rollo, concluyo esta entrada recordándoos que mañana voy a pasar, para que lo fotocopiéis, un ejemplar del capítulo del libro de Punset (El Alma está en el cerebro) que quiero que leáis estas vacaciones y del cual os pido que realicéis por escrito una redacción acerca de la mente de los psicópatas (digo "redacción" o "disertación", no "copia"). Es bastante interesante, os va a gustar.

Ahora os invito a realizar vuestra propia evaluación de la asignatura de esta primera parte del curso. Quiero decir, podéis opinar acerca de cómo estamos llevando la asignatura, y que hagáis propuestas interesantes para llevarlas a cabo a la vuelta de vacaciones.

Mañana os veo en el aula de audivisuales, espero que esta vez no tengamos más sorpresas con el proyector, altavoz, DVD, mando a distancia y demás accesorios del demonio!!!

Suerte en las calificaciones!!!

jueves, 4 de diciembre de 2008

Acerca de las "enfermedades mentales"

En los últimos años se ha abierto un debate en torno a sí pueden considerarse los trastornos psicológicos como enfermedades, en el sentido literal del término.

Acerca de este tema, he encontrado un artículo de un catedrático de Psicopatología de la Universidad de Oviedo (es coautor del polémico libro La invención de los trastornos mentales), que niega este carácter de enfermedad a los trastornos psicológicos.

Vamos a leerlo. y después me decís lo que pensáis vosotros.

¿SON LOS TRASTORNOS PSICOLÓGICOS ENFERMEDADES COMO OTRA CUALQUIERA?
(fecha de publicación 22/04/2008 6:04:00)




Marino Pérez Álvarez
Universidad de Oviedo

Aunque el DSM-IV y CIE-10 no utilizan el término enfermedad sino el de trastorno, traducción de disorder, en los contextos clínicos y, en particular, en Atención Primaria y en Salud Mental, se da a entender, si es que no se da por hecho, que los problemas psicológicos (psiquiátricos o mentales, que en esto no hay caso ahora) son "enfermedades como otra cualquiera".


Modelo de enfermedad mental al uso en contextos sanitarios


El modelo de enfermedad al uso en contextos sanitarios es tan simple como falaz. Consiste básicamente en definir el problema presentado por un listado de síntomas y suponer que deriva de un desequilibrio neuroquímico (González Pardo y Pérez Álvarez, 2007: 32-37).


La definición del problema por un listado de síntomas viene facilitada por los sistemas de clasificación establecidos: DSM o CIE. Dejando aparte muchas otras cuestiones relativas a estos sistemas, el punto ahora es que el problema consultado queda reducido a unos cuantos síntomas. Con tal de reunir 5-6 de una serie de 10 ó 12, uno ya sería acreedor de un diagnóstico formal (depresión, ansiedad, trastorno de pánico, fobia social, etcétera). De esta manera, el problema del paciente no sólo queda reducido a una lista de síntomas (un síndrome), por lo común, aquéllos que son sensibles a la medicación, sino recortado de su vida, de su contexto biográfico y circunstancias personales.


El problema resulta, pues, descontextualizado de su sentido psicológico. En general, la entrevista diagnóstica para el médico de Atención Primaria, y en su caso el psiquiatra, viene a ser un puzzle en el que el paciente tiene las piezas y el clínico trata de encajarlas en un cuadro, escogiendo unas y dejando fuera otras. Una vez resuelto dicho puzzle (diagnóstico), lo siguiente es la prescripción del psicofármaco de turno. En adelante, lo que hace el clínico es preguntar por los síntomas cara a mantener, subir o bajar la dosis o cambiar de preparado, un procedimiento conocido como "escuchar al fármaco" ("escuchando al Prozac"), no precisamente a la persona. Ciertamente, no habría por qué perder mucho tiempo escuchando a la persona si, como se supone, su trastorno deriva de un desequilibrio neuroquímico.


Por su parte, el desequilibrio neuroquímico es más algo supuesto por el modelo psicofarmacológico que evidenciado por la investigación psicopatológica. Sin menoscabo de la existencia de desequilibrios químicos en la base de ciertas enfermedades (sea por caso el de la glucosa en relación con la diabetes), lo cierto es que no está establecido ningún desequilibrio neuroquímico específico en relación con ningún trastorno mental. De hecho, tales supuestos desequilibrios, incluyendo el tan socorrido de la serotonina en relación con la depresión son, en realidad, más dispositivos del marketing farmacéutico que hallazgos científicos.


Así pues, el modelo de enfermedad al uso en relación con los trastornos psicológicos está sustentado por dos patas falsas: la falsificación del problema, al reducirlo a unos cuantos síntomas desprovistos de sentido personal y la falacia del desequilibrio neuroquímico como supuesta causa a remediar.


¿Es mejor estar ‘enfermo’ que tener un problema psicológico?


Incluso sin fundamento científico ni clínico, la noción de enfermedad aplicada a los trastornos psicológicos podría ser defendida en aras de la reducción del estigma, como así viene ocurriendo en los últimos años. En efecto, profesionales de salud mental, sin duda bien intencionados, abogan por enseñar a la gente que los problemas mentales son enfermedades como otra cualquiera. Se supone que la compasión y benevolencia dispensada a los enfermos de condiciones fisiológicas serían extensibles y beneficiosas para aquéllos con trastornos mentales. Más en particular, el objetivo es que así los pacientes serían vistos como víctimas de enfermedades más allá de su control y, consecuentemente, no serían culpables de su problema. El culpable sería el cerebro y una suerte de lotería genética negativa.


El caso es que la noción de enfermedad, lejos de evitar el estigma es, en realidad, estigmatizante. Así, se ha visto que las personas con supuestas enfermedades mentales son tratadas con distancia y consideradas como imprevisibles y poco fiables, incluso por los familiares y los propios clínicos (Read, Haslam, Sayce y Davies, 2006; Van Dorn, Swanson, Elbogen y Swartz, 2005). Así mismo, a los pacientes a los que se les da a entender que el trastorno tiene causas biológicas, consideran que el tratamiento requerido llevará más tiempo, son más pesimistas acerca de la mejoría y adoptan un papel más pasivo ante los clínicos y su propio problema que si se les da a entender que tiene causas psicológicas (Lam y Salkovskis, 2007).


Es más, las personas con problemas caracterizados en términos de enfermedad son tratadas con más dureza que si lo hacen en términos psicológicos, como se ha visto en estudios experimentales, siguiendo el paradigma de Milgran. Los participantes llegaban a aplicar supuestamente shocks más fuertes en una tarea de aprendizaje a los "aprendices" que, según se había sugerido, habrían padecido una "enfermedad mental", que a los que habían tenido "dificultades psicológicas" o nada en especial (Metha y Farina, 1997). Esto apunta a que la "condición biológica" genera el estigma de ser diferente, dando lugar a la conocida forma de deshumanización mecanicista, en la que los seres humanos son vistos como autómatas, inertes, rígidos y carentes de autonomía (Haslam, 2006). Es bien posible que todo esto tenga que ver con la usual estrategia de "escuchar al fármaco" más que a la persona propiamente. Por supuesto que se habla con la persona, pero es más por cortesía y buena educación que para analizar y entender su problema y, en definitiva, tomarlo como un asunto personal.



En consecuencia, la política de que los trastornos psicológicos son como cualquier otra enfermedad no sólo no ha evitado el estigma sino que lo ha aumentado en varias dimensiones más. Por el contrario, la presentación de los problemas psicológicos como lo que son (problemas, dificultades, crisis) no es estigmatizante y es a la vez política y científicamente correcta.

Pero, ¿es que no son útiles los psicofármacos?



Con todo, no se negaría la utilidad de los psicofármacos. Ahora bien, se deberían utilizar como lo que son: sintomáticos, en esto como los antigripales; y protésicos, cual ayudas artificiales y provisionales. Artificiales porque la solución bioquímica no es homogénea con la naturaleza psico-social del problema y provisionales porque deberían aplicarse por un tiempo limitado del orden, por ejemplo, de 3-6 meses y no de los años y años que suelen, lo que evidencia su ineficacia (como si la escayola para un brazo tuviera que llevarse durante ocho o más años). Se da la paradoja de que se prescribe la medicación por un tiempo breve y después se mantiene para evitar el efecto de retirada, una vez que el paciente se ha "habituado" en varios sentidos.


Respecto a la posible combinación de psicofármacos y terapia psicológica, por razonable que parezca, la verdad es que sus resultados no compensan sus costes. En general, la combinación no es mejor que lo que cada una de las terapias ofrece por sí misma y aún podría ser contraproducente en algunos problemas cuando, por ejemplo, la terapia psicológica consiste en afrontar ciertas experiencias que la medicación apacigua (pensando en psicoterapias de exposición, experienciación o aceptación). Por otro lado, si alguien está tomando medicación difícilmente va a tomar en serio la psicoterapia. Curiosamente, la mayor defensa de la combinación viene, por lo general, de las guías sustentadas por la industria farmacéutica. Pareciera que con tal de dar medicación, por qué no también psicoterapia (un poco de charla a la par de la pastilla, pero ésta que no falte). (Véase González Pardo y Pérez Álvarez, 2007, cap. 15).


Puestos a hablar de combinación, la recomendación más adecuada sería empezar con terapia psicológica y contemplar la medicación después de, al menos, diez sesiones de aquélla si se viera todavía conveniente. La terapia psicológica lleva su tiempo, pero en la escala de una medicación de años o de por vida, unas diez sesiones es sin duda una terapia breve y, considerando todo lo que hay que considerar, más económica que la medicación, como ha mostrado el informe sobre la depresión de la London School of Economics (LSE, 2006).


Los trastornos psicológicos no son enfermedades


La cuestión de fondo es que los trastornos psicológicos (psiquiátricos o mentales) no son enfermedades como otra cualquiera, como la diabetes o la artritis según se comparan a menudo. Los trastornos psicológicos no son tipos o entidades naturales como pueden serlo las enfermedades propiamente, sino tipos prácticos o entidades interactivas, susceptibles de ser influenciadas por el conocimiento, interpretaciones y explicaciones que se den de ellas (o de las experiencias y conductas de las que derivan tales entidades) en el contexto clínico de la "entrevista psiquiátrica" y en el extra-clínico de la cultura popular y la "sensibilización de la población" (Hacking, 2001; González Pardo y Pérez Álvarez, 2007). La interpretación y explicación que demos de nuestra diabetes no altera el metabolismo de la glucosa, pero la interpretación y explicación cultural y clínica de la depresión y la ansiedad influye en su realidad, convirtiéndola, por ejemplo, en una enfermedad vivida como otra cualquiera (pero no porque lo sea realmente) o en un problema de la vida del que la propia persona sería un agente activo en su solución, y no necesariamente el paciente pasivo de un presunto desequilibrio neuroquímico.


Las terapias psicológicas tienen su base precisamente en esta condición práctico-reconstructiva e interactiva del problema presentado. De hecho, consisten en ayudar a la gente no sólo a entender su problema, sino también a desarrollar poder y habilidades en relación con las experiencias y situaciones que de otra manera, dada la cultura y la política predominantes, les convertiría fácilmente en pacientes de supuestas enfermedades, a expensas de una medicación a menudo crónica.




Llegados aquí, la pregunta sería qué es lo que quiere la sociedad: ¿pacientes consumidores de psicofármacos, por no decir drogodependientes del Sistema Sanitario; o personas usuarias de servicios psicológicos que les ayuden a solucionar sus problemas, dificultades o crisis?


Referencias bibliográficas:


González Pardo, H. y Pérez Álvarez, M. (2007). La invención de trastornos psicológicos. ¿Escuchando al fármaco o al paciente? Alianza Editorial.

Hacking, I. (2001). ¿La construcción social de qué? Paidós.


Haslam, N, (2006). Dehumanization: an integrative review. Personality and Social Psychology Review, 10, 252-264.

Lam, D. C. K. y Salkovskis, P. M. (2007). An experimental investigation of the impact of biological and psycological causal explanations on anxious and depressed patients’ perception of person with panic disorder. Behaviour Research and Therapy, 45, 405-411.


LSE (2006). The Depression Report. A New Deal for Depression and Anxiety Disorders. The Centre for Economic Performance’s Mental Health Policy Group.


Metha, S. y Farina, A. (1997). Is being ‘sick’ really better? Effect of the disease view of mental disorder on stigma. Journal of Social and Clinical Psychology, 16, 405-419.

Read, J., Haslam, N., Sayce, y Davies, E. (2006). Prejudice and schizophrenia: a review of the ‘mental illness is a illness like any other’ approach. Acta Psychiatrica Scandinavica, 114, 303-318.


Van Dorn, R. A, Swanson, J. W., Elbogen, E. B. y Swartz, M. S. (2005). A comparison of stigmatizing attitudes toward persons with schizophrenia in four stakeholder groups: perceived likelihood of violence and desire for social distance. Psychiatry, 68, 152-163.


Fuente: http://www.infocoponline.es/view_article.asp?id=1838

martes, 2 de diciembre de 2008

Trastornos alimenticios

Bulimia nerviosa

La Bulimia nerviosa generalmente empieza a principios de la adolescencia cuando las mujeres jóvenes intentan las dietas restrictivas, fracasan y reaccionan con atascarse (comer mucho). En respuesta a atascamientos, los pacientes se purgan mediante el tomar de laxantes, pastillas para la dieta o medicamentos para reducir los líquidos, o inducen el vómito. Pacientes también pueden revertir a la dieta severa, lo cual regresa al ciclo de atascamiento si el(la) paciente no pasa a convertirse en anoréxica(o). Los atascamientos del comer promedian cerca de 1,000 calorías pero pueden ser tan altos como 20,000 calorías o tan bajos como 100. Los pacientes diagnosticados con bulimia tienen cerca de 14 episodios de atascamiento-purgación por semana. En general, las personas con bulimia tienen un peso corporal de nivel normal-alto, pero éste puede fluctuar por más de 10 libras debido al ciclo de atascamiento-purgación.

Anorexia nerviosa

Personas con anorexia nerviosa se vuelven enflaquecidas al punto de inanición, perdiendo por lo menos 15% a un máximo de 60% del peso corporal normal. Las motivaciones primarias de su repulsa para el comer son un temo abrumador de estar sobrepeso junto con una imagen distorsionada de sus propios cuerpos. Aún cuando se vuelven enflaquecidas, las mujeres con anorexia a menudo todavía están convencidas de que están sobrepeso. Los alimentos se convierten en el enemigo; un investigador describe la anorexia como la fobia del peso. La mitad de estas pacientes reducen sus pesos al restringir severamente sus dietas y se conocen como anoréxicas restrictoras; la otra mitad, las pacientes anoréxicas bulímicas, mantienen la emaciación a través de la purgación. Aunque ambos tipos son graves, el tipo bulímico, que impone estrés adicional a un cuerpo desnutrido, es el más dañoso. El tabaquismo y los ejercicios compulsivos son otros riesgos que a menudo son parte de esta condición.

La paranoia

TRASTORNO DELIRANTE: PARANOIA

Concepto

El término paranoia deriva del griego para y nous, que puede traducirse como pensamiento paralelo o espíritu no centrado.
Encontramos excelentes descripciones literarias e históricas de sujetos que padecieron trastornos de esta índole: de Otelo con sus celos morbosos, a Don Quijote o Mozart. En el contexto clínico hay que partir de la contribución de Kraepelin , con quien empieza la época moderna de la concepción de la paranoia como cuadro delirante crónico, que cursa sin deterioro ni alucinaciones a diferencia de la demencia precoz.

En cuanto al delirio destacan dos direcciones frecuentemente coexistentes. Una es el delirio de perjuicio, en el q se albergan el de persecución, el celos y la hipocondría. El otro es el de grandeza, en el q se incluye el de inventores, interpretadores genealógicos, místicos y erotómanos

La mayor discrepancia ha sido la consideración de la paranoia como entidad independiente o como un subtipo de esquizofrenia. En las clasificaciones actuales se elimina el término paranoia como enfermedad para sustituirlo por el de trastorno delirante, con el objeto de no confundir el tema del delirio con la enfermedad.

Orígenes y desarrollo

Los orígenes de la paranoia constituyen un tema no aclarado aún. Un clásico de la psicopatología como Jaspers abogó por el concepto de desarrollo ( fenómeno morboso que se produce sobre la personalidad del sujeto, cambiando su rumbo, pero manteniendo su estructura) en oposición al concepto de proceso, típicamente esquizofrénico, en el q se produce una ruptura de la personalidad, aparecen elementos nuevos e implica cierta irreversiblidad. Este relevo teórico fue retomado por Freud, que en sus teorías acerca del desarrollo sexual llegó a la conclusión de que el núcleo del conflicto que provocaba la paranoia radicaba en un impulso homosexual inaceptable.

Otros autores han adoptado posiciones más heterodoxas utilizando elementos más yoicoas y comunicacionales. Así,Oxman y Cols. (1982) , a través de estudios lingüísticos, encontraron q los pacientes paranoides manifestaban unos patrones característicos. Primero había una deshumanización del perfil semántico, evitando la manifestación de necesidades y deseos hacia los objetos del mundo. Tb se observó una tendencia a utilizar categorías abstractas e impersonales(temas políticos, artísticos…). Existía tb una tendencia a dar al interlocutor una impresión de superioridad.

Hay que citar también la observación clínica de la elevada incidencia de síntomas paranoides en individuos inmigrantes. Entre los factores que pueden contribuir a esto están: la emigración selectiva de los individuos predispuestos, el diagnóstico equivocado por factores transculturales, los efectos inmediatos de la emigración y los efectos de la adaptación en otro ambiente…
En resumen, se dispone de descripciones clásicas de la paranoia como desarrollo, pero se carece de explicaciones unánimes de ella.

Datos epidemiológicos y estadísticos

La enfermedad aparece hacia la edad media de la vida con un pico máximo entre 35 y 55 años y es ligeramente más frecuente en las mujeres. Respecto al estado civil los casados son más proclives que los otros grupos, siguiéndoles viudos y separados. El trastorno parece afectar más a los estratos sociales menos favorecidos económicamente y educativamente.

Personalidad paranoica

- Desconfianza: Tienen una suspicacia permanente y a veces oculta en la apariencia de lo contrario. Poseen una creencia exagerada de las posibilidades agresivas y conspiradoras del prójimo, y se sienten fácilmente provocados y aludidos.
- Rigidez: Son individuos autoritarios que toleran difícilmente que se les lleve la contraria.
- Hipertrofia del yo: Se manifiesta por un egocentrismo marcado y una autofilia que conduce a la valoración exagerada y reiterada de sus virtudes, éxitos o aciertos. Todo ello redunda en acentuar su narcisismo.
- Juicios erróneos o pasionales: Es el típico pasional con unos criterios apriorísticos, sobre los q va a justificar mediante racionalizaciones su conducta. Fácilmente cree q los demás compiten con ellos y por esto esconden sus hallazgos de libros, objetos y lugares, etc, particularmente a los q creen sus adversarios.
- Justicia y fanatismo: Las normas, la lealtad y la justicia sirven como disfraz al resentimiento y agresividad. A menudo vehiculan esas actitudes de perfeccionismo integrándose en sectas religiosas o grupos políticos, de los que serán obstinados fanáticos.
- Mecanismos de defensa: La negación de la realidad es la primera defensa significativa, el individuo cegado por la actitud pasional no es capaz de aceptar la realidad y la niega, tanto la de sí mismo como la de los demás. Ello le sirve para evitar los aspectos de su conciencia dolorosos, contradictorios o desagradables. Otro es la proyección: el paranoico en su actitud recelosa y desconfiada, al ser incapaz de cotejar su realidad con otra, no puede asumir la situación hostil q tiene y la proyecta a los demás: “ los demás me provocan”.

Delirio paranoico: características y tipos

- Los rasgos de la personalidad paranoica no siempre conducen al delirio, pero, en cambio es frecuente q los delirios paranoicos se asienten sobre la personalidad paranoica descrita.
- El inicio es progresivo e insidioso, su convicción pasional desborda la realidad y todo se reviste de significaciones q irán incluyéndose progresivamente en su delirio.
- El delirio se presenta como lógico, pues parte de hechos o situaciones reales, cuya nota delirante se justifica por racionalizaciones. Esta apariencia de lógica irrefutable hace q sea un delirio contagioso y muchas personas creerán sus argumentos delirantes que tienen apariencia de verosimilitud.

Tipos

- DELIRIO DE PERSECUCIÓN: es el más frecuente, a menudo hay una base real q está desmesuradamente exagerada. Destaca en estos individuos la tendencia a la interpretación y a explicarlo todo. No pueden progresar ni estar tranquilos pq ellos por celos o envidia se han propuesto perjudicarlos.
- DELIRIO DE REIVINDICACIÓN. Cuando versa sobre la ley, constituye el delirio q siempre coloca al individuo en juicios y procesos, fruto de sus constantes denuncias.
- DELIRIO CELOTÍPICO. El individuo se siente frustrado y privado de una buena relación, la cual se interpreta en el sentido de q el cónyuge prefiere a otro. No tarda en iniciar indagaciones e investigaciones personales o mediante detectives.
- DELIRIO EROTOMANÍACO. El paciente tiene la convicción de ser amado por alguien q a menudo ocupa un rango social superior al suyo. Es más frecuente en mujeres. Su inicio es relativamente rápido y se basa en alguna interpretación errónea. A partir de entonces encuentra sentidos y confirmaciones de su delirio en cualquier detalle o hallazgo. Todo son señales y signos de amor del otro.
- DELIRO HIPOCONDRÍACO. Los temas más frecuentes incluyen la infestación de la piel por un parásito, infestación interna por gusanos, presencia de bultos dérmicos atribuidos a cuerpos u organismos extraños… Los pacientes son extraordinariamente insistentes y enérgicos en sus quejas y repiten siempre lo mismos de forma estereotipada.
- “FOLIE Â DEUX”. Se trata de un término francés q se refiere a los casos en q el delirio es compartido por dos más personas. Requiere q las personas afectadas mantengan una relación íntima, el contenido delirante sea semejante y se comparta la convicción delirante.

Tensión precipitante del delirio

Pueden precipitar el delirio paranoide situaciones como estas: expectativas de recibir un tratamiento de tipo sádico, situaciones q aumentan la sospecha y la desconfianza, el aislamiento social, las situaciones q promueven la envidia y los celos , situaciones q disminuyen la autoestima, situaciones q llevan al sujeto a ver sus defectos en los demás y las situaciones q incrementan las cavilaciones sobre posibles significados y motivaciones.

Evolución y pronóstico

Los cuadros paranoicos casi nunca aparecen antes de la edad adulta. El paciente no es inaccesible a la argumentación lógica y su deliro es poco consistente. Pero si la personalidad del sujeto está muy afectada o las condiciones favorecedoras persisten , lo q partió de una reacción paranoide puede perdurar y organizarse en forma de desarrollo delirante.
El desarrollo paranoide crónico es poco frecuente. aunque el sujeto ha llamado siempre la atención por su personalidad especial, el delirio paranoide se manifiesta alrededor de los 40 años. Son individuos testarudos y desconfiados, cuya sensibilidad les va generando dudas e incertidumbres q se resolverán organizando deducciones delirantes. La instauración es lenta y solapada.
Las actitudes de estos sujetos pueden resultar chocantes si no se conoce su patología. Un individuo que se sienta perseguido y humillado responderá fácilmente de forma colérica y agresiva.

De todos modos, se admite, en general, que los individuos paranoicos muestran una cierta capacidad de autocontrol y su evolución es compatible con la vida extahospitalaria en su medio.

Tratamiento

En todos los casos habrá que combinar terapia psicofarmacologica y psicoterapia. Respecto a la modificación del entorno es preciso una valoración de cada caso , pero en general es aconsejable cierta prudencia por la naturaleza del trastorno que confiere significados exagerados, pero aparentemente razonables.

El paciente con personalidad paranoica rara vez acude espontáneamente en busca de tratamiento. La actitud más frecuente q encontrará el médico es la de minimizar lo q le ocurre mantener cierta reticencia frene a él. Es muy importante evitar inmiscuirse totalmente en sus demandas de valoración en el papel de víctima. La oposición frontal a sus sistema de valores para modificarlo suele redundar en perjuicio de la relación, y la compasión frente a su estado hace persistir al paciente en sus actitudes. No será raro que existan síntomas ansiosos o depresivos.

La ansiedad

La ansiedad es una emoción. Ha sido una de las emociones más ampliamente estudiadas. Es una emoción paradigmática, esta muy bien delimitada. Y es representativa del resto de las emociones. Hay una relación entre la ansiedad y diferentes trastornos psicosomáticos (hipertensión). También es importante su amplia prevalencia, hay un número muy elevado de personas que presenta algún tipo de trastornos de ansiedad.

El concepto de ansiedad


No está muy claro, hay dificultades:

• La ansiedad ha sido entendida de muchas formas diferentes dependiendo desde que ámbito se estudiara:
• Reacción emocional: ansiedad como emoción
• Rasgo de personalidad
• Respuesta o patrón de respuesta
• Estado de personalidad
• Síntoma
• Síndrome

Rasgo: característica permanente del individuo.
Estado: como se siente esa persona en un momento dado.

El problema de la ambigüedad terminológica

En muchas ocasiones se han utilizado diferentes términos a lo que seria la ansiedad:
• angustia, miedo, estrés, temor, tensión amenaza, nervioso.
• El primer autor que asienta este término es Freud. Utiliza el termino Angust, en ingles (anxiety) y eso traducido al español puede ser ansiedad o angustia.
¿Qué es para mí la ansiedad?
Es un estado emocional producido por un estimulo que nos pone tensos.
Ansiedad anticipatoria: ansiedad ante un peligro.

DEFINICIÓN DE ANSIEDAD

Los diferentes autores están tendiendo definir ansiedad porque hay un triple sistema de respuestas para definir la ansiedad (fisiológica, motor y cognitivo). Los autores quieren incluir en su definición de ansiedad lo que provoca la ansiedad, se intenta crear definiciones que unan todo esto.
Según esto hay una serie de elementos que deberíamos tener en cuenta para la definición de ansiedad:

- situación potencialmente ansiógena
- experiencia subjetiva del individuo (cognitivo)
- cambios fisiológicos
- cambios en el comportamiento expresivo

SISTEMA COGNITVOS DEL ESTADO DE ANSIEDAD

Se refieren a pensamientos, ideas o imágenes de carácter subjetivo, así como a su influencia sobre las funciones superiores:

- preocupación
- miedo o temor
- inseguridad: persona con alta ansiedad, tiene pensamientos negativos
- aprensión: respuestas de miedo pero en términos físicos
- pensamientos negativos: inferioridad, incapacidad
- anticipación de peligro o amenaza
- dificultad para concentrarse
- dificultad para tomar decisiones
- sensación general de desorganización o perdida de control sobre el ambiente,
acompañada por dificultad para pensar con claridad.

SÍNTOMAS FISICOLOGICAS DEL ESTADO DE ANSIEDAD

Son consecuencia de la actividad de los diferentes sistemas orgánicos del cuerpo humano:

- síntomas cardiovasculares: palpitaciones, pulso rápido, tensión arterial elevada, accesos de calor...
- síntomas respiratorios: sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y superficial, opresión torácica.
- Síntomas gastrointestinales: vómitos, náuseas, diarrea, aerofagia, molestias digestivas.
- Síntomas genitourinarios: micciones frecuentes, enuresis, eyaculación precoz, frigidez, impotencia.
- Síntomas neuromusculares: tensión muscular, temblores hormigueo, dolor de cabeza tensional, fatiga excesiva.
- Síntomas neurovegetativos: sequedad de boca, sudoración excesiva, mareo y lipotimia.

SÍNTOMAS OBSERVABLES DEL ESTADO DE ANSIEDAD

Se refieren a comportamientos observables consecuencia de la actividad subjetiva y fisiológica:

- hiperactividad
- paralización motora
- movimientos repetitivos
- movimientos torpes y desorganizados
- tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal
- conductas de evitacion. Teoría de los dos factores de Mower.

En un principio la ansiedad es una emoción adaptativa, nos ayuda a adaptarnos al medio.
Si los síntomas de ansiedad se mantienen en el tiempo, pasarían a ser trastornos y ya no haría una conducta adaptativa. Y si el estimula no es amenazante también seria un trastorno (fobias).

Según Tobal (1990)la ansiedad "es una respuesta emocional o patrón de respuestas (triple sistema de respuestas) que engloba aspectos cognitivos displacenteros, de tensión y aprensión; aspectos fisiológicos, caracterizados por un alto grado de activación del sistema nervioso autónomo y aspectos motores que suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente adaptativos. La respuesta de ansiedad puede ser elicitada tanto por estímulos externos o situacionales como por estímulos internos al sujeto (respuestas anticipatorias), tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc, que son percibidos por el individuo como peligrosos o amenazantes".

LA ANSIEDAD Y EL MIEDO

Causa:
- miedo: sentimiento producido por un peligro presente e inminente
- ansiedad: anticipación de n peligro, indefinible, e imprevisible, siendo la
causa más vaga.

Proporcionalidad:

- miedo: cuando la reacción es proporcional al peligro real u objetivo.
- Ansiedad: reacción desproporcionadamente intensa.

Muchos autores han equiparado miedo y ansiedad. Aunque existe la tendencia a diferenciarlos (el conductismo utiliza el miedo).
Porque, por ejemplo, las fobias son trastornos de ansiedad.

ANSIEDAD Y ANGUSTIA
López Ibar (1969) intenta diferenciar los conceptos:

•angustia:
- predominan síntomas físicos
- la reacción del organismo es paralización motora y sobrecogimiento.
- El grado de nitidez del fenómeno se encuentra atenuado

• ansiedad:
- predominan síntomas psíquicos (peligro inminente).
- reacción de sobresalto, búsqueda de soluciones, más eficaz que la angustia.
- Fenómeno más nítido.

Más que una diferenciación lo que pasa es que se va a utilizar un termino u otro según desde que corrientes se hable. Desde la investigación científica se habla de ansiedad. Y la corriente humanista utiliza angustia.

ANSIEDAD VERSUS AROUSAL
•Arousal: destaca Epstein (1967)
- es un componente común a toda motivación y estimulación.
- Es una reacción que tiene el organismo ante cualquier forma de estimulación
intensa (nivel general de activación)
- La reacción fisiológica de las emociones que esta acusada por la activación.

•Ansiedad: Arousal provocado específicamente por una percepción de peligro.

ANSIEDAD Y ESTRÉS

Fernández Abascal(1997)explica:

•Mientras que la ansiedad va a ser una emoción, el estrés es un proceso adaptativo que genera emociones pero en si mismo no es una emoción. La ansiedad se desencadena ante situaciones muy específicas, mientras que el estrés se desencadena ante cualquier cambio que cambie las rutinas cotidianas.
•La emoción posee unos efectos subjetivos o sentimientos específicos de la misma, mientras que el estrés no.
•El estrés se desarrolla desde una perspectiva ambientalista (E-R) y sobre el supuesto de especificidad situacional, mientras que la ansiedad surge del ámbito intrapsiquico, de determinantes internos y estables.
•En niveles bajos, los efectos de ambos aparecen en orden diferentes. (estrés primero psicofisiológico; ansiedad primero cognitiva y luego psicofisiológica).
•El estrés puede considerarse una emoción bidireccional (actuaría motivando el comportamiento), mientras que la ansiedad sólo es una emoción y exclusivamente negativa).

La depresión

Tipos de estados depresivos y factores comunes

Consideraremos tres tipos de depresión agrupadas bajo la categoría de trastornos afectivos:
• Depresión reactiva o neurótica
• Depresión endógena
• Depresión orgánica

Las tres tienen en común los siguientes factores:

• Humor depresivo
• Pérdida de placer e interés
• Inutilidad y culpabilidad
• Baja autoestima
• Incapacidad
• Pensamientos suicidas
• Ansiedad
• Dificultades para pensar
• Obsesiones y paranoia
• Perturbación del sentido del tiempo
• Despersonalización (en casos más graves pueden llegar a sentirse apartados
de la realidad, como si simplemente fueran observadores sin participar
emocionalmente)
• Pérdida de energía
• Lentitud y agitación
• Trastornos del apetito y el peso
• Problemas de sueño
• Reducción de la libido (falta de deseo en las mujeres)
• Síntomas corporales (jaquecas, náuseas, dolores varios, calambres etc.)

Depresión reactiva

Las depresiones reactivas son las más comunes y del tipo que a todos nos es familiar. No presentan ciclos temporales regulares, por lo general no responden a las terapias físicas (fármacos) no se hallan genéticamente predispuestas y si responden a la terapia cognitivo-conductual.
Este tipo de depresión normalmente parece coincidir con un acontecimiento adverso de la vida, tal como la muerte de un ser querido, el divorcio, las desavenencias conyugales, los problemas económicos o los problemas de desempleo. El inicio de la depresión no tiene porqué ocurrir inmediatamente después del acontecimiento, sino, a veces al cabo de unas semanas o meses. La primera aparición se produce, normalmente en la vida adulta temprana y está caracterizada por sintomatología física y psicológica variada. Es un estado más benigno y no psicótico, aunque, hasta cierto punto, la recuperación se ve influida por factores de personalidad.

Depresión endógena

Este tipo de depresiones son una respuesta a algún proceso endógeno o interno desconocido. Estas depresiones no son desencadenadas por ningún acontecimiento externo; simplemente, se abalanzan sobre la persona afectada. Por lo general, presentan ciclos temporales regulares y pueden ser bipolares o unipolares. La bipolar recibe el nombre de maníaco-depresiva (el individuo pasa repetidamente de la desesperación a un estado de ánimo neutro, de aquí a un estado maníaco hiperactivo y superficialmente eufórico, para volver a la desesperación, pasando por el estado neutro). La unipolar consiste en una alternancia regular de desesperación y neutralidad, sin aparición de manía.
Las depresiones endógenas responden a menudo al tratamiento con fármacos y pueden tener un origen hormonal. También pueden hallarse genéticamente predispuestas (Ej. si la madre es depresiva y el padre alcohólico es posible que el descendiente llegue a ser depresivo. Se ha dicho que en los hombres el alcoholismo es el equivalente de la depresión en las mujeres) y sus síntomas suelen ser más graves que los de las depresiones reactivas.

Depresión orgánica

Cuando se hace un diagnóstico de depresión es importante descartar las bases orgánicas, puesto que el efecto y la conducta depresiva están asociadas muchas veces a una lesión cerebral o a la acción de ciertos fármacos.
Formulaciones de la depresión en la psicoterapia conductual
Para el tratamiento de las depresiones más comunes, las reactivas, se han formulado tres teorías en la psicoterapia conductual.
Baja proporción de reforzamiento
Según Lewinsohn la depresión se debe a una baja proporción del reforzamiento positivo seguido de respuestas específicas, bien porque existen pocos acontecimientos reforzadores en el ambiente del paciente y porque éste no suele tener respuestas gratificantes (posiblemente por falta de habilidades sociales). Según él los síntomas cognitivos y verbales de la depresión son consecuencia de la ausencia de respuestas que crea esta pérdida de reforzamiento. Es decir, el individuo deja de hacer más esfuerzos para obtener los resultados deseados porque los anteriores fracasaron. La terapia se dirige a identificar fuentes potenciales de reforzamiento en el ambiente del paciente y a desarrollar métodos para aumentar su disponibilidad (entrenamiento en habilidades sociales).
Pérdida de control: indefensión aprendida
El defensor de esta teoría es Seligman y sugiere que una persona se deprime cuando cree que su conducta tiene poca o ninguna influencia sobre el resultado de los acontecimientos, es decir, no tiene ningún control. La terapéutica incluye:
• Cambiar la posibilidad de acontecimientos provocadores de depresión con cambios ambientales.
• Reevaluar las metas y las normas del paciente para que se vuelva más realista y reducir la posibilidad de que insista en el fracaso (pueden utilizarse varios tipos de terapias cognitivas para ello).
• Desarrollar expectativas de control, por ejemplo, resaltando la variedad de habilidades sociales y comunicativas relevantes del paciente, aumentando el repertorio de actividades generales de modo que existan más oportunidades de resultados positivos y proporcionar estrategias de autocontrol eficaces.
• Modificar atributos poco realistas de los fracasos, resaltando las circunstancias que impiden el resultado deseado.
• Modificar atributos poco realistas de éxito, resaltando las cualidades personales relevantes (fomento de la autoestima).
Distorsiones cognitivas
Postulado por Beck, sugiere que el estado depresivo surge de distorsiones cognitivas basadas en un conjunto de pensamientos negativos respecto a la visión del individuo de sí mismo, del mundo y del futuro. La terapia de dirige a la variedad creciente de actividades del paciente, identificando los pensamientos automáticos que siguen a la percepción de una dificultad, generando pensamientos alternativos (no depresivos) de índole más realista y adaptable, poniendo a prueba la credibilidad de estas alternativas y modificando los supuestos inadaptados que parecen caracterizar los pensamientos automáticos que conducen a las respuestas depresivas.
Depresión y suicidio
La enfermedad psiquiátrica con más riesgo de suicidio es la depresión (entre un 10 y un 15%). Los momentos de la enfermedad con más riesgo son cuando disminuye la inhibición y la melancolía (empiezan a mejorar) o cuando se inicia la depresión. Los tres síntomas de la depresión relacionados con el suicidio son:
• Aumento del insomnio
• Aumento del abandono del cuidado personal
• Aumento del deterioro cognitivo
Existen varias opiniones sobre la significación de los síntomas psiquiátricos en el paciente suicida, aunque la mayoría de las revisiones nos indican que en una proporción del 70%, los intentos de suicidio presentan una condición depresiva que es fácil de reconocer. Los depresivos endógenos corren mayor riesgo que los depresivos reactivos, los intentos de suicidio son impulsivos, pueden decidirse una hora antes.
Los intentos de suicidio son especialmente comunes entre las mujeres menores de 35 años (más entre 15 y 24 años), los hombres lo hacen en edad más avanzada. Por clases sociales es más común en las más bajas, pero más efectivo entre las clases altas y grupos profesionales de alto estatus económico.
Factores asociados al riesgo de suicidio:
• Mujeres menores de 35 años, hombres mayores de 40
• Separación, divorcio o muerte del cónyuge
• Pérdida inminente de un ser querido
• La soledad y el aislamiento social
• Problemas económicos, paro reciente o jubilación
• Mala salud
• Ocupación de alto estatus
• Depresión (sobre todo endógena)
• Enfermedad terminal
• Problemas con alcohol y/o drogas
• Anteriores intentos de suicidio
• Historia previa de trastornos afectivos
• Historia familiar de trastornos afectivos, suicidio, alcoholismo
• Indicios suicidas (avisos o conversaciones suicidas)
• Preparativos (hacer testamento, seguros, nota suicida)

En general los pacientes suicidas están dispuestos a hablar de sus intenciones y para algunos la necesidad de desahogarse con alguien que les toma en serio es terapeuticamente positivo. Cuando existe la posibilidad de suicidio se le debe animar a que hable de ello y procurar emplear tiempo en el futuro para seguir hablando del tema con lo cual se puede facilitar el ingreso temporal en una unidad psiquiátrica y/o proporcionar la ayuda necesaria para atenuar la circunstancias que provocan el intento suicida.


Una mirada a los principales factores de riesgo

Antes podíamos decir que la mayor proporción de suicidios consumados es a partir de los 65 años pero ahora la tasa de suicidio juvenil se ha incrementado considerablemente entre los 15 y los 25 años. El desencadenante más frecuente de tentativa de suicidio es el fracaso en la relación amorosa. El 98% de los pacientes suicidas consumados tienen sintomatología de trastorno mental.
La enfermedad psiquiátrica con más riesgo es la depresión. Los momentos con más riesgo es cuando disminuye la inhibición y la melancolía, es decir, el paciente deprimido parece empezar a mejorar, o bien cuando se inicia el cuadro depresivo y todavía no nos hemos enterado. Los tres síntomas de la depresión relacionados con el suicidio son:
1. + insomnios
2. + abandono del cuidado personal
3. + deterioro cognitivo
La segunda enfermedad con mayor riesgo es la esquizofrenia y la tercera, el abuso de sustancias (alcohol y otras toxicomanías).

Es la ausencia de vida la que lleva más al suicidio que los "life events" (acontecimientos de la vida) que sólo se relacionarían con intentos. Las situaciones de cambio, ruptura y desarraigo son también factores de riesgo suicida.
La vida avanza inexorablemente como el agua de un río arrastrando al ser humano con su corriente. El hombre con su equilibrio ha de ser capaz de afrontar las circunstancias adversas que le salen al paso. La vida no es más o menos justa, más o menos injusta, mala o buena, podríamos decir que la vida tan solo ES.
La vida es posible que les parezca dura o implacable a los fracasados, a los débiles o a los deprimidos, que en vez de afrontar los obstáculos se sientan a lamentar su fracaso. Una y otra vez repiten los mismos errores sin llegar a pensar cómo evitarlos por lo que el círculo se cierra sobre ellos fracasando de nuevo.
Es inútil maldecir a la suerte, para luchar se necesita saber cómo es el adversario si no lo haces ya has perdido la batalla de antemano. Si eres fuerte y estás equilibrado, tienes mucho ganado y adaptarte a las circunstancias es coser y cantar. Cuando el interior alcanza el equilibrio es difícil que, llegado el fracaso, nos afecte porque nos encontraremos ante un adversario al que conocemos y contra el que podremos combatir todavía si cabe más fuerte.

La psicología y el cine...

Estimados alumnos del Prieto:
Aprovecho esta entrada para publicar un artículo sobre el tratamiento que se concede desde la gran pantalla a enfermedades mentales. Hay un libro muy bueno de una señora, llamada Beatriz Vera Poseck, que habla de la forma en que el cine explota estas cuestiones psicológicas. No he tenido oportunidad de leerlo, pero me gustaría encontrarlo ya que me parece un tema interesantísimo el que aborda. Intentad plantearos este aspecto en vuestros trabajos, incidiendo en cómo se ha tratado el tema de la película que hayáis elegido en el cine,comparando su análisis con otras propuestas cinematográficas que conozcáis. Os puede quedar un trabajo precioso (es un consejo más que os doy, a ver si me sorprendéis...).
Gracias a todos por vuestras colaboraciones y seguid así, tratando de expresaros por escrito (por favor cuidad las faltas de ortografía!!!!!!!!!!!!!!!!! En la PAU os penalizan!!!!!!!!!!!!!!!, tened mucho cuidado con eso, al año que viene váis a la facultad, que no se diga que no sabéis escribir...no os lo toméis mal, os lo digo desde el cariño).


Enfermedades mentales en el cine: esquizofrenia y múltiples personalidades

El libro de Beatriz Vera Poseck, ‘Imágenes de la locura’ explica los diferentes tipos de enfermedades mentales y cómo las ha mostrado el cine a lo largo de su historia. Me resultan muy interesantes en concreto dos síndromes que se asemejan mucho en cuanto a sus síntomas, pero que no son ni mucho menos iguales: la esquizofrenia y el trastorno de identidad disociativo, es decir, las múltiples personalidades. Algunas películas reflejan uno y otras, el otro. Existen films que los confunden o que no se “mojan” lo suficiente como para que sepamos si están tratando uno u otro.
A continuación trataré de establecer las diferencias y de dar ejemplos de películas para cada caso. Advierto, sin embargo que, ya que estas enfermedades dan pie a muchos giros de guión, éste va a ser un artículo tuneado, es decir, plagado de spoilers (y pido perdón por el pésimo chiste). En general son películas muy difundidas que casi seguro que ya conocéis, pero por si acaso, yo lo aviso. Al final de casi todos estos films, descubriremos el giro de guión que ya se ha hecho constante en las cintas que tratan ambos trastornos: era él. Giro que ya es muy difícil que nos sorprenda al haberse utilizado tantas veces y que aparece analizado en este artículo.

Esquizofrenia

La persona enferma de esquizofrenia puede sufrir alucinaciones de muchos tipos. En un caso extremo, estas visiones le llevan a ver a otras personas que no existen, a hablar con ellas y creer que están ahí. Quien sufre este problema lo que hace es “proyectar” otra u otras personalidades hacia fuera. En palabras de la autora del libro, se produce un “desdoblamiento externo”. Según tengo entendido, estas otras personalidades (que ya las ve como si existieran) son reflejo de sus anhelos frustrados, de su ira o de cualquier otro sentimiento reprimido. Como no es capaz de comportarse de determinada manera, crea a otro ser que sí lo hace. ‘Imágenes de la locura’ hace hincapié en que habitualmente los esquizofrénicos no son violentos y que tampoco se trata de psicópatas, como nos ha hecho creer el cine.
Un ejemplo que me parece que es canónico de cine que representa la esquizofrenia es ‘El club de la lucha’ (‘Fight Club’, 1999), de David Fincher, basado en la novela de Chuck Palahniuk. Hablaré más adelante con detenimiento de esta película y explicaré por qué la pongo de ejemplo de esquizofrenia, mientras Vera Poseck la sitúa en el trastorno de identidad disociativo. Otros títulos que comenta la autora en su libro como representaciones de la esquizofrenia son: ‘Spider’ (2002), de David Cronenberg; ‘Una mente maravillosa’ (‘A Beautiful Mind’, 2001), de Ron Howard, o ‘El resplandor’ (‘The Shinning’, 1980), de Stanley Kubrick; entre muchos otros.
Trastorno de identidad disociativo (TID.

La persona que sufre trastorno de identidad disociativo, en lugar de ver a otros que no existen, lo que hace es “alternar” sus personalidades. Como dice Vera Poseck, “en el TID, el desdoblamiento es interno”. Unas identidades pueden tener o no tener consciencia de las demás. Y es muy frecuente que entre ellas entren en conflicto. Es una enfermedad que no ha sido catalogada oficialmente hasta hace muy poco tiempo y que muchos achacan a los tratamientos hipnóticos de los propios psiquiatras en pacientes muy fáciles de sugestionar. A pesar de eso, el cambio es tal que cada personalidad puede tener diferentes capacidades físicas o incluso pueden no compartir achaques como el asma o las alergias. Se suele dar más en mujeres y casi todos los casos se han documentado en EE.UU.
Dos psicólogos publicaron en 1957 un libro que narraba el caso de Chris Costner Sizemore, que desarrolló hasta cuatro personalidades. Fue tal el éxito del libro, que ese mismo año se rodó ‘Las tres caras de Eva’ (‘The Three Faces of Eve’, 1957) de Nunnally Johnson. ‘Sybil’ fue un libro en 1973 y una película en 1976, que también trataban el caso real de una joven con dieciséis personalidades y de su psicóloga. Otro caso paradigmático es el de ‘El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde’, que al parecer representaba la preocupación del propio Stevenson por sentir dos personalidades convivir en su interior.
Un buen ejemplo de TID en el audiovisual sería el capítulo 11 de la 1ª temporada de ‘A golpe de bisturí’ (‘Nip/Tuck’), titulado ‘Montana/Sassy/Justice’, como los distintos nombres de las personalidades de la paciente. En la actualidad, el cine ha tratado este trastorno para mostrarnos psicópatas y asesinos, cosa poco frecuente en estos enfermos. ‘El escondite’ (‘Hide and Seek’, 2005), de John Polson; ‘The Crowded Room’ (2006), de Joel Schumacher; ‘Session 9’ (2001), de Brad Anderson, y varios films de Brian de Palma, además de los ya mencionados, son algunos de los títulos que analiza Vera Poseck en su libro. La autora también menciona ‘Psicosis’, aunque la engloba dentro de la esquizofrenia. Más abajo comentaré detenidamente la película de Hitchcock.
Diferencias en la representación cinematográfica

En cine se podría decir que la esquizofrenia y el trastorno de identidad disociativo se distinguen en si la persona que sufre la enfermedad es interpretada por el mismo/a actor o actriz o por diferentes actores y actrices. Lo normal es que, si se trata de síndrome de múltiple personalidad, siempre sea el mismo/a actor o actriz — ayudándose a veces de disfraces y maquillaje— y en el caso de esquizofrenia sean distintos. La película ‘Identidad’ (‘Identity’, 2003), de James Mangold, sería una excepción, pues presenta la gran trampa de guión de que lo que vemos está ocurriendo dentro del cerebro del protagonista y por eso se trata de numerosos actores.

Psicosis’: un caso polémico

Se ha debatido mucho sobre si películas como ‘Psicosis’ (‘Psycho’, 1960), de Alfred Hitchcock, confunden o no estos dos trastornos. Siguiendo la regla de uno o varios actores, ‘Psicosis’ debería tratar el TID. Ya que nunca vemos a Norman Bates y a su madre al mismo tiempo, se podría entender que el personaje de Anthony Perkins sufre disociación de identidad, con distintas personalidades internas que son capaces de hablar entre sí, contestarse y replicarse, porque cambian de una a otra muy rápidamente. Las personalidades múltiples pueden entrar en conflicto porque cada una quiere una cosa y, como comparten el cuerpo, o bien unas tienen que hacer lo que otra quiera, o bien llegar a un acuerdo. Ya que entran en conflicto es posible que discutan como se escucha en ‘Psicosis’.
Lo que hace que la película resulte confusa es que Norman habla a Marion (Janet Leigh) de su madre como si ésta existiera. Esto sólo se daría en los casos de esquizofrenia, en los que el enfermo pierde la conexión con la realidad y ve como reales sus alucinaciones. En el TID la conexión con la realidad no se pierde. La única explicación posible a este hecho sería que Norman, conscientemente, quisiera dar una justificación a las voces que sabe que Marion ha oído, pues sabe que padece la enfermedad. Para adaptar esta película tanto a una enfermedad como a la otra, hay que forzar mucho las suposiciones, como las que yo he dado de que las personalidades cambian ipso facto y lo de que Norman sea consciente y finja que su madre vive. El hecho de que el film sea anterior al establecimiento de la definición oficial de la enfermedad puede influir bastante en su ambigüedad.

‘El club de la lucha’: yo, pero más guapo, más fuerte y más atrevido
En ‘El club de la lucha’ (‘Fight Club’, 1999), de David Fincher, Jack (Edward Norton) ha proyectado en Taylor Durden (Brad Pitt) las características que él desearía tener o que tiene, pero que esconde. Taylor es más fuerte, más guapo y más atrevido que Jack. Entonces, Taylor no sólo actúa en su lugar, sino que también martiriza física y psicológicamente a Norton por no comportarse al 100% como le gustaría. La violencia de la cinta es la catarsis del yuppie adocenado que interpreta Norton, actor que representa a un personaje con trastorno de identidad disociativo en ‘Las dos caras de la verdad’ (‘Primal Fear’, 1996), de Gregory Hoblit.


No podemos decir con claridad si las películas son correctas o incorrectas a la hora de tratar estos temas debido a que ello depende de cómo interpretemos cada uno las imágenes y sonidos que aparecen en ellas. Por ejemplo, en ‘El club de la lucha’, Beatriz Vera Poseck entiende que Brad Pitt está mostrado como un cuerpo aparte a modo de licencia narrativa o de estrategia de Fincher y, por tanto, estamos ante un caso de TID. Pero me parece menos rebuscado ver al personaje de Pitt como una alucinación externa de Edward Norton y, entonces, claramente nos encontraríamos ante la esquizofrenia, como afirman otros entendidos. Así se cumpliría también la regla de: varios actores, esquizofrenia. Lo que dice Vera Poseck es que se trata de identidad disociada porque a veces Norton tiene que sufrir las consecuencias de lo que ha hecho Pitt mientras Jack se había transformado en Taylor Durden, sin embargo, ella misma explica que en este síndrome “las distintas personalidades se presentan por lo general como si se controlaran secuencialmente, apareciendo una detrás de la otra” y en ‘El club de la lucha’ es frecuente verlos a los dos, no sólo juntos, sino incluso enfrentados. Enfermedades mentales en el cine (II): distintos tipos de amnesia.
Beatriz Maldivia 13 septiembre 2006




DISTINTOS TIPOS DE AMNESIA

Hace poco publiqué en Blogdecine un artículo que intentaba diferenciar la esquizofrenia del trastorno de personalidad múltiple y decidir qué films trataban cada uno de los dos desórdenes. De nuevo según el libro ‘Imágenes de la locura: la psicología en el cine’, de Beatriz Vera Poseck, me parece interesante distinguir ahora los tipos de amnesia que existen, que se diferencian principalmente por sus causas, y también tratar de esclarecer los errores que se cometen en muchas películas al tocar estos problemas.
La amnesia orgánica se produce por intoxicaciones o deficiencias que afecten al cerebro o tras sufrir un traumatismo craneal, por ejemplo, durante un accidente o una agresión. Implica necesariamente un daño físico del cerebro. La amnesia disociativa puede darse también tras un accidente o un ataque, pero es únicamente psicológica. El cerebro no ha sufrido daños físicos, pero la mente del individuo “elige” prescindir de una parte de sus recuerdos, pues le resultan traumáticos o dolorosos.
El error en el cine suele darse al plantear en sus personajes amnesias orgánicas, es decir, causadas por problemas físicos, pero dotarlos de síntomas que sólo son propios de las amnesias disociativas o psicológicas. Las amnesias orgánicas casi nunca conllevan una pérdida de la identidad, así que los pacientes siguen sabiendo cómo se llaman, quiénes son y dónde viven. En la amnesia disociativa, esto puede ocurrir en raras ocasiones. El cine casi siempre muestra casos en los que se da la pérdida de identidad y su falta de rigor está en asociarlos con la amnesia orgánica.

También es un error mostrar una amnesia orgánica sin presentar un síntoma común a todas ellas: la amnesia anterógrada. Ésta consiste en la incapacidad para aprender y fijar cosas nuevas, para retener recuerdos que se acaban de producir, que se están produciendo en ese momento, como lo que le ocurre a Dory, de ‘Buscando a Nemo’ (la memoria de todos los peces es así) o a Guy Pearce en ‘Memento’. Lo que muestra siempre el cine es la memoria retrógrada, la que se refiere a hechos del pasado, que también se produce en los casos de golpes y lesiones físicas del cerebro, por lo tanto, en este aspecto reflejan bien el trastorno, pero olvidan que necesariamente debería ir asociada a la amnesia anterógrada.
En casos de amnesias retrógradas, ya sean orgánicas o disociativas, la memoria semántica y la de procedimientos no se pierden. Se olvidan recuerdos autobiográficos, pero nunca las habilidades que sabemos desempeñar mecánicamente. Así que un paciente con amnesia siempre sabrá hablar. Las aptitudes y los conocimientos se almacenan de forma diferente que los recuerdos, por eso no se pierden. Esto queda muy bien ejemplificado en ‘Memoria letal’ (‘Long Kiss Goodnight’, 1996), de Renny Harlin, pues el momento en que la protagonista (Geena Davis) sospecha que es otra persona es cuando descubre que puede manejar el cuchillo con una maestría que sorprende a propios y extraños.
En la amnesia orgánica retrógrada, como hemos señalado, se olvidan recuerdos autobiográficos, que pueden remontarse pocos o muchos años, pero es muy raro que se pierdan todos los recuerdos biográficos, incluidos los de la niñez. Se suele olvidar hasta un momento X, por ejemplo, hasta los 20 años. La cantidad de recuerdos olvidados dependerá de la gravedad del traumatismo, pero, repetimos, nunca llegará a ser tan grave como para olvidar quiénes somos, a pesar de lo que muestran muchos films. En la disociativa, sí que podrían llegar a perderse todos los recuerdos y con ellos, la identidad.
Tras un traumatismo se puede producir una amnesia postraumática, que llega a curarse al cabo de un tiempo, o un síndrome amnésico, que es crónico. En este último caso la amnesia anterógrada es el síntoma principal. Dentro del síndrome amnésico, hay un trastorno muy extremo y poco común que se llama Síndrome de Korsakoff y que se produce por una lesión irreversible en el cerebro provocada por falta de una vitamina y alcoholismo. En el Korsakoff se puede dar amnesia retrógrada, por lo que los pacientes viven como en el pasado, creen que están en el año, digamos 1980, y si se miran al espejo y si se ven viejos, sufren un shock, al igual que pueden no reconocer a personas que conocían desde hace años. Pero principalmente se sufre anmesia anterógrada, por lo que no retendrán ninguna información nueva.
A este síndrome se acercan pocas películas, aunque está bien retratado en ‘Sé quién eres’ (1999), de Patricia Ferreira. ‘50 primeras citas’ (2004), de Peter Segal, inventa una forma inexistente de Korsakoff. ‘Memento’ (2000), de Christopher Nolan, podría ser un caso de Korsakoff, salvo porque el paciente es consciente de su problema y toma medidas para sobrellevarlo, lo que es impensable en este síndrome.
Algunos de los títulos que analiza la autora dentro de la amnesia orgánica son ‘El gran dictador’ (1940), de Charles Chaplin; ‘El jardín de las delicias’ (1970), de Carlos Saura; ‘Memento’ (2000), de Christopher Nolan; ‘The Majestic’ (2001), de Frank Darabont, y ‘Un hombre sin pasado’ (2002), de Aki Kaurismäki (en la fotografía).
La amnesia disociativa, es decir, la que no se debe a ningún golpe ni lesión física en el cerebro, es la que solemos asociar a las “lagunas de memoria”. Puede ser de diferentes tipos: localizada, que es la que se refiere a un momento concreto en el tiempo y es la más común; selectiva, en la que se pierden algunos recuerdos de un tiempo determinado, pero no otros; sistematizada, que habla de la pérdida de un tipo específico de recuerdos, por ejemplo, los relacionados con el trabajo, y generalizada, que es la que conlleva la pérdida de todos los recuerdos, incluida la niñez, y por tanto de la identidad y que, como ya hemos dicho, se trata muy a menudo en el cine a pesar de ser poco frecuente. Existen poquísimos casos de amnesia continua en la amnesia disociativa y serían los únicos que padecerían amnesia anterógrada en el caso de los trastornos exclusivamente psicológicos, cosa que sí es común en los físicos.
Se llama fuga disociativa a la aparición de esta amnesia psicológica durante episodios finitos de tiempo. En estos casos, sí que es frecuente la pérdida de la identidad.
En el capítulo de amnesia disociativa y fuga disociativa, Vera Poseck incluye, entre otras, las películas ‘Recuerda’ (1945), de Alfred Hitchcock; ‘De repente el último verano’ (1959), de Joseph L. Mankievicz, ‘El mensajero del miedo’ (‘The Manchurian Candidate’), de John Frankenheimer en 1962 y de Jonathan Demme en 2004; ‘La noche de los cristales rotos’ (1991), de Wolfgang Petersen; ‘Morir todavía’ (1991), de Kenneth Branagh, y ‘El maquinista’ (2004), de Brad Anderson, cuyo film anterior, ‘Session 9’ merecía ser estudiado en el apartado de trastorno de identidad disociativo.