martes, 2 de diciembre de 2008

La psicología y el cine...

Estimados alumnos del Prieto:
Aprovecho esta entrada para publicar un artículo sobre el tratamiento que se concede desde la gran pantalla a enfermedades mentales. Hay un libro muy bueno de una señora, llamada Beatriz Vera Poseck, que habla de la forma en que el cine explota estas cuestiones psicológicas. No he tenido oportunidad de leerlo, pero me gustaría encontrarlo ya que me parece un tema interesantísimo el que aborda. Intentad plantearos este aspecto en vuestros trabajos, incidiendo en cómo se ha tratado el tema de la película que hayáis elegido en el cine,comparando su análisis con otras propuestas cinematográficas que conozcáis. Os puede quedar un trabajo precioso (es un consejo más que os doy, a ver si me sorprendéis...).
Gracias a todos por vuestras colaboraciones y seguid así, tratando de expresaros por escrito (por favor cuidad las faltas de ortografía!!!!!!!!!!!!!!!!! En la PAU os penalizan!!!!!!!!!!!!!!!, tened mucho cuidado con eso, al año que viene váis a la facultad, que no se diga que no sabéis escribir...no os lo toméis mal, os lo digo desde el cariño).


Enfermedades mentales en el cine: esquizofrenia y múltiples personalidades

El libro de Beatriz Vera Poseck, ‘Imágenes de la locura’ explica los diferentes tipos de enfermedades mentales y cómo las ha mostrado el cine a lo largo de su historia. Me resultan muy interesantes en concreto dos síndromes que se asemejan mucho en cuanto a sus síntomas, pero que no son ni mucho menos iguales: la esquizofrenia y el trastorno de identidad disociativo, es decir, las múltiples personalidades. Algunas películas reflejan uno y otras, el otro. Existen films que los confunden o que no se “mojan” lo suficiente como para que sepamos si están tratando uno u otro.
A continuación trataré de establecer las diferencias y de dar ejemplos de películas para cada caso. Advierto, sin embargo que, ya que estas enfermedades dan pie a muchos giros de guión, éste va a ser un artículo tuneado, es decir, plagado de spoilers (y pido perdón por el pésimo chiste). En general son películas muy difundidas que casi seguro que ya conocéis, pero por si acaso, yo lo aviso. Al final de casi todos estos films, descubriremos el giro de guión que ya se ha hecho constante en las cintas que tratan ambos trastornos: era él. Giro que ya es muy difícil que nos sorprenda al haberse utilizado tantas veces y que aparece analizado en este artículo.

Esquizofrenia

La persona enferma de esquizofrenia puede sufrir alucinaciones de muchos tipos. En un caso extremo, estas visiones le llevan a ver a otras personas que no existen, a hablar con ellas y creer que están ahí. Quien sufre este problema lo que hace es “proyectar” otra u otras personalidades hacia fuera. En palabras de la autora del libro, se produce un “desdoblamiento externo”. Según tengo entendido, estas otras personalidades (que ya las ve como si existieran) son reflejo de sus anhelos frustrados, de su ira o de cualquier otro sentimiento reprimido. Como no es capaz de comportarse de determinada manera, crea a otro ser que sí lo hace. ‘Imágenes de la locura’ hace hincapié en que habitualmente los esquizofrénicos no son violentos y que tampoco se trata de psicópatas, como nos ha hecho creer el cine.
Un ejemplo que me parece que es canónico de cine que representa la esquizofrenia es ‘El club de la lucha’ (‘Fight Club’, 1999), de David Fincher, basado en la novela de Chuck Palahniuk. Hablaré más adelante con detenimiento de esta película y explicaré por qué la pongo de ejemplo de esquizofrenia, mientras Vera Poseck la sitúa en el trastorno de identidad disociativo. Otros títulos que comenta la autora en su libro como representaciones de la esquizofrenia son: ‘Spider’ (2002), de David Cronenberg; ‘Una mente maravillosa’ (‘A Beautiful Mind’, 2001), de Ron Howard, o ‘El resplandor’ (‘The Shinning’, 1980), de Stanley Kubrick; entre muchos otros.
Trastorno de identidad disociativo (TID.

La persona que sufre trastorno de identidad disociativo, en lugar de ver a otros que no existen, lo que hace es “alternar” sus personalidades. Como dice Vera Poseck, “en el TID, el desdoblamiento es interno”. Unas identidades pueden tener o no tener consciencia de las demás. Y es muy frecuente que entre ellas entren en conflicto. Es una enfermedad que no ha sido catalogada oficialmente hasta hace muy poco tiempo y que muchos achacan a los tratamientos hipnóticos de los propios psiquiatras en pacientes muy fáciles de sugestionar. A pesar de eso, el cambio es tal que cada personalidad puede tener diferentes capacidades físicas o incluso pueden no compartir achaques como el asma o las alergias. Se suele dar más en mujeres y casi todos los casos se han documentado en EE.UU.
Dos psicólogos publicaron en 1957 un libro que narraba el caso de Chris Costner Sizemore, que desarrolló hasta cuatro personalidades. Fue tal el éxito del libro, que ese mismo año se rodó ‘Las tres caras de Eva’ (‘The Three Faces of Eve’, 1957) de Nunnally Johnson. ‘Sybil’ fue un libro en 1973 y una película en 1976, que también trataban el caso real de una joven con dieciséis personalidades y de su psicóloga. Otro caso paradigmático es el de ‘El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde’, que al parecer representaba la preocupación del propio Stevenson por sentir dos personalidades convivir en su interior.
Un buen ejemplo de TID en el audiovisual sería el capítulo 11 de la 1ª temporada de ‘A golpe de bisturí’ (‘Nip/Tuck’), titulado ‘Montana/Sassy/Justice’, como los distintos nombres de las personalidades de la paciente. En la actualidad, el cine ha tratado este trastorno para mostrarnos psicópatas y asesinos, cosa poco frecuente en estos enfermos. ‘El escondite’ (‘Hide and Seek’, 2005), de John Polson; ‘The Crowded Room’ (2006), de Joel Schumacher; ‘Session 9’ (2001), de Brad Anderson, y varios films de Brian de Palma, además de los ya mencionados, son algunos de los títulos que analiza Vera Poseck en su libro. La autora también menciona ‘Psicosis’, aunque la engloba dentro de la esquizofrenia. Más abajo comentaré detenidamente la película de Hitchcock.
Diferencias en la representación cinematográfica

En cine se podría decir que la esquizofrenia y el trastorno de identidad disociativo se distinguen en si la persona que sufre la enfermedad es interpretada por el mismo/a actor o actriz o por diferentes actores y actrices. Lo normal es que, si se trata de síndrome de múltiple personalidad, siempre sea el mismo/a actor o actriz — ayudándose a veces de disfraces y maquillaje— y en el caso de esquizofrenia sean distintos. La película ‘Identidad’ (‘Identity’, 2003), de James Mangold, sería una excepción, pues presenta la gran trampa de guión de que lo que vemos está ocurriendo dentro del cerebro del protagonista y por eso se trata de numerosos actores.

Psicosis’: un caso polémico

Se ha debatido mucho sobre si películas como ‘Psicosis’ (‘Psycho’, 1960), de Alfred Hitchcock, confunden o no estos dos trastornos. Siguiendo la regla de uno o varios actores, ‘Psicosis’ debería tratar el TID. Ya que nunca vemos a Norman Bates y a su madre al mismo tiempo, se podría entender que el personaje de Anthony Perkins sufre disociación de identidad, con distintas personalidades internas que son capaces de hablar entre sí, contestarse y replicarse, porque cambian de una a otra muy rápidamente. Las personalidades múltiples pueden entrar en conflicto porque cada una quiere una cosa y, como comparten el cuerpo, o bien unas tienen que hacer lo que otra quiera, o bien llegar a un acuerdo. Ya que entran en conflicto es posible que discutan como se escucha en ‘Psicosis’.
Lo que hace que la película resulte confusa es que Norman habla a Marion (Janet Leigh) de su madre como si ésta existiera. Esto sólo se daría en los casos de esquizofrenia, en los que el enfermo pierde la conexión con la realidad y ve como reales sus alucinaciones. En el TID la conexión con la realidad no se pierde. La única explicación posible a este hecho sería que Norman, conscientemente, quisiera dar una justificación a las voces que sabe que Marion ha oído, pues sabe que padece la enfermedad. Para adaptar esta película tanto a una enfermedad como a la otra, hay que forzar mucho las suposiciones, como las que yo he dado de que las personalidades cambian ipso facto y lo de que Norman sea consciente y finja que su madre vive. El hecho de que el film sea anterior al establecimiento de la definición oficial de la enfermedad puede influir bastante en su ambigüedad.

‘El club de la lucha’: yo, pero más guapo, más fuerte y más atrevido
En ‘El club de la lucha’ (‘Fight Club’, 1999), de David Fincher, Jack (Edward Norton) ha proyectado en Taylor Durden (Brad Pitt) las características que él desearía tener o que tiene, pero que esconde. Taylor es más fuerte, más guapo y más atrevido que Jack. Entonces, Taylor no sólo actúa en su lugar, sino que también martiriza física y psicológicamente a Norton por no comportarse al 100% como le gustaría. La violencia de la cinta es la catarsis del yuppie adocenado que interpreta Norton, actor que representa a un personaje con trastorno de identidad disociativo en ‘Las dos caras de la verdad’ (‘Primal Fear’, 1996), de Gregory Hoblit.


No podemos decir con claridad si las películas son correctas o incorrectas a la hora de tratar estos temas debido a que ello depende de cómo interpretemos cada uno las imágenes y sonidos que aparecen en ellas. Por ejemplo, en ‘El club de la lucha’, Beatriz Vera Poseck entiende que Brad Pitt está mostrado como un cuerpo aparte a modo de licencia narrativa o de estrategia de Fincher y, por tanto, estamos ante un caso de TID. Pero me parece menos rebuscado ver al personaje de Pitt como una alucinación externa de Edward Norton y, entonces, claramente nos encontraríamos ante la esquizofrenia, como afirman otros entendidos. Así se cumpliría también la regla de: varios actores, esquizofrenia. Lo que dice Vera Poseck es que se trata de identidad disociada porque a veces Norton tiene que sufrir las consecuencias de lo que ha hecho Pitt mientras Jack se había transformado en Taylor Durden, sin embargo, ella misma explica que en este síndrome “las distintas personalidades se presentan por lo general como si se controlaran secuencialmente, apareciendo una detrás de la otra” y en ‘El club de la lucha’ es frecuente verlos a los dos, no sólo juntos, sino incluso enfrentados. Enfermedades mentales en el cine (II): distintos tipos de amnesia.
Beatriz Maldivia 13 septiembre 2006




DISTINTOS TIPOS DE AMNESIA

Hace poco publiqué en Blogdecine un artículo que intentaba diferenciar la esquizofrenia del trastorno de personalidad múltiple y decidir qué films trataban cada uno de los dos desórdenes. De nuevo según el libro ‘Imágenes de la locura: la psicología en el cine’, de Beatriz Vera Poseck, me parece interesante distinguir ahora los tipos de amnesia que existen, que se diferencian principalmente por sus causas, y también tratar de esclarecer los errores que se cometen en muchas películas al tocar estos problemas.
La amnesia orgánica se produce por intoxicaciones o deficiencias que afecten al cerebro o tras sufrir un traumatismo craneal, por ejemplo, durante un accidente o una agresión. Implica necesariamente un daño físico del cerebro. La amnesia disociativa puede darse también tras un accidente o un ataque, pero es únicamente psicológica. El cerebro no ha sufrido daños físicos, pero la mente del individuo “elige” prescindir de una parte de sus recuerdos, pues le resultan traumáticos o dolorosos.
El error en el cine suele darse al plantear en sus personajes amnesias orgánicas, es decir, causadas por problemas físicos, pero dotarlos de síntomas que sólo son propios de las amnesias disociativas o psicológicas. Las amnesias orgánicas casi nunca conllevan una pérdida de la identidad, así que los pacientes siguen sabiendo cómo se llaman, quiénes son y dónde viven. En la amnesia disociativa, esto puede ocurrir en raras ocasiones. El cine casi siempre muestra casos en los que se da la pérdida de identidad y su falta de rigor está en asociarlos con la amnesia orgánica.

También es un error mostrar una amnesia orgánica sin presentar un síntoma común a todas ellas: la amnesia anterógrada. Ésta consiste en la incapacidad para aprender y fijar cosas nuevas, para retener recuerdos que se acaban de producir, que se están produciendo en ese momento, como lo que le ocurre a Dory, de ‘Buscando a Nemo’ (la memoria de todos los peces es así) o a Guy Pearce en ‘Memento’. Lo que muestra siempre el cine es la memoria retrógrada, la que se refiere a hechos del pasado, que también se produce en los casos de golpes y lesiones físicas del cerebro, por lo tanto, en este aspecto reflejan bien el trastorno, pero olvidan que necesariamente debería ir asociada a la amnesia anterógrada.
En casos de amnesias retrógradas, ya sean orgánicas o disociativas, la memoria semántica y la de procedimientos no se pierden. Se olvidan recuerdos autobiográficos, pero nunca las habilidades que sabemos desempeñar mecánicamente. Así que un paciente con amnesia siempre sabrá hablar. Las aptitudes y los conocimientos se almacenan de forma diferente que los recuerdos, por eso no se pierden. Esto queda muy bien ejemplificado en ‘Memoria letal’ (‘Long Kiss Goodnight’, 1996), de Renny Harlin, pues el momento en que la protagonista (Geena Davis) sospecha que es otra persona es cuando descubre que puede manejar el cuchillo con una maestría que sorprende a propios y extraños.
En la amnesia orgánica retrógrada, como hemos señalado, se olvidan recuerdos autobiográficos, que pueden remontarse pocos o muchos años, pero es muy raro que se pierdan todos los recuerdos biográficos, incluidos los de la niñez. Se suele olvidar hasta un momento X, por ejemplo, hasta los 20 años. La cantidad de recuerdos olvidados dependerá de la gravedad del traumatismo, pero, repetimos, nunca llegará a ser tan grave como para olvidar quiénes somos, a pesar de lo que muestran muchos films. En la disociativa, sí que podrían llegar a perderse todos los recuerdos y con ellos, la identidad.
Tras un traumatismo se puede producir una amnesia postraumática, que llega a curarse al cabo de un tiempo, o un síndrome amnésico, que es crónico. En este último caso la amnesia anterógrada es el síntoma principal. Dentro del síndrome amnésico, hay un trastorno muy extremo y poco común que se llama Síndrome de Korsakoff y que se produce por una lesión irreversible en el cerebro provocada por falta de una vitamina y alcoholismo. En el Korsakoff se puede dar amnesia retrógrada, por lo que los pacientes viven como en el pasado, creen que están en el año, digamos 1980, y si se miran al espejo y si se ven viejos, sufren un shock, al igual que pueden no reconocer a personas que conocían desde hace años. Pero principalmente se sufre anmesia anterógrada, por lo que no retendrán ninguna información nueva.
A este síndrome se acercan pocas películas, aunque está bien retratado en ‘Sé quién eres’ (1999), de Patricia Ferreira. ‘50 primeras citas’ (2004), de Peter Segal, inventa una forma inexistente de Korsakoff. ‘Memento’ (2000), de Christopher Nolan, podría ser un caso de Korsakoff, salvo porque el paciente es consciente de su problema y toma medidas para sobrellevarlo, lo que es impensable en este síndrome.
Algunos de los títulos que analiza la autora dentro de la amnesia orgánica son ‘El gran dictador’ (1940), de Charles Chaplin; ‘El jardín de las delicias’ (1970), de Carlos Saura; ‘Memento’ (2000), de Christopher Nolan; ‘The Majestic’ (2001), de Frank Darabont, y ‘Un hombre sin pasado’ (2002), de Aki Kaurismäki (en la fotografía).
La amnesia disociativa, es decir, la que no se debe a ningún golpe ni lesión física en el cerebro, es la que solemos asociar a las “lagunas de memoria”. Puede ser de diferentes tipos: localizada, que es la que se refiere a un momento concreto en el tiempo y es la más común; selectiva, en la que se pierden algunos recuerdos de un tiempo determinado, pero no otros; sistematizada, que habla de la pérdida de un tipo específico de recuerdos, por ejemplo, los relacionados con el trabajo, y generalizada, que es la que conlleva la pérdida de todos los recuerdos, incluida la niñez, y por tanto de la identidad y que, como ya hemos dicho, se trata muy a menudo en el cine a pesar de ser poco frecuente. Existen poquísimos casos de amnesia continua en la amnesia disociativa y serían los únicos que padecerían amnesia anterógrada en el caso de los trastornos exclusivamente psicológicos, cosa que sí es común en los físicos.
Se llama fuga disociativa a la aparición de esta amnesia psicológica durante episodios finitos de tiempo. En estos casos, sí que es frecuente la pérdida de la identidad.
En el capítulo de amnesia disociativa y fuga disociativa, Vera Poseck incluye, entre otras, las películas ‘Recuerda’ (1945), de Alfred Hitchcock; ‘De repente el último verano’ (1959), de Joseph L. Mankievicz, ‘El mensajero del miedo’ (‘The Manchurian Candidate’), de John Frankenheimer en 1962 y de Jonathan Demme en 2004; ‘La noche de los cristales rotos’ (1991), de Wolfgang Petersen; ‘Morir todavía’ (1991), de Kenneth Branagh, y ‘El maquinista’ (2004), de Brad Anderson, cuyo film anterior, ‘Session 9’ merecía ser estudiado en el apartado de trastorno de identidad disociativo.

1 comentario:

  1. al final la peli que voi hacer yo no es ninguna de las que te dije,se llama es resplandor y va de uno que se vuelve loco.ya la veremos

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