jueves, 23 de abril de 2009

ARTE Y PSICOANÁLISIS

"ÚNICAMENTE LA PALABRA LIBERTAD TIENE EL
PODER DE EXALTARME" (A. Breton)


















The Tilled Field, Joan Miró, 1923-1924

La irrupción del psicoanálisis en la historia del pensamiento coincide con el desarrollo de los movimientos de VANGUARDIA en todas las manifestaciones artísticas. Con el término “Vanguardia” (calcado del francés “avant-garde”) se han designado aquellos movimientos que se oponen a la estética precedente y que proponen, con sendos manifiestos, concepciones profundamente nuevas del arte y de las letras. Las primeras décadas del siglo XX experimentan una auténtica ebullición de “ismos” a un ritmo vertiginoso: Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo…Muchos de ellos afectan por igual a las artes plásticas, al arte escénico o cinematográfico, a la literatura, e incluso al pensamiento. Algunos pasan como efímeras modas; otros dejan huella imborrable. En general, se pretende lograr la independencia del arte, crear un arte autónomo, independiente de la realidad. Se desprecia al gran público y a la burguesía elaborando un arte para minorías. Destaca el carácter agresivo de algunos movimientos. Es importante el afán de ruptura, deshumanización, irracionalismo y originalidad.


De todos estos movimientos, el Surrealismo fue la revolución artística más importante, suponiendo un cambio radical en la concepción del papel del arte y del artista en la sociedad.

EL SURREALISMO

El Surrealismo comienza en 1924 en París con la publicación del "Manifiesto Surrealista" de André Breton, quien estimaba que la situación histórica de posguerra exigía un arte nuevo que indagara en lo más profundo del ser humano para comprender al hombre en su totalidad.
Siendo conocedor de Freud pensó en la posibilidad que ofrecía el psicoanálisis como método de creación artística.

El movimiento se extendió por todo el mundo y existió hasta las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, pero la llamada de atención sobre el estado de nuestras conciencias que fue capaz de propagar a los cuatro vientos continúa vigente. La intención del movimiento es mostrar al público objetos insólitos, sorprendentes, con el fin de liberarlo de la tiranía de un triste contacto con la realidad, pero sin recurrir a elementos escatológicos. Esta liberación total del hombre que propugna este arte no se presenta únicamente como una renovación estética, sino que pretende ser una revolución integral en todos los aspectos. Su lema sería la frase de Rimbaud, poeta maldito francés del siglo XIX, de “transformar la vida”, y en este sentido, se produce un encuentro entre las doctrinas de Freud y de Marx: liberación de los impulsos reprimidos en el subcosnciente por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales; y liberación de la represión que ejerce sobre el hombre la sociedad burguesa.

Para los surrealistas, lo que llamamos “vida” no es sino la cara más gris de la realidad: hay que conquistar una verdadera vida, acceder a una realidad más alta, una superrealidad (sur-realité, de ahí su nombre) que se haya como amordazada en lo más hondo de las conciencias. En el arte todo ello equivale a liberar el poder creador del hombre, debiéndose producir la creación artística al dictado de un pensamiento libre de toda vigilancia ejercida por la razón, ya que ésta está contaminada. De este modo, la obra nace del automatismo puro, es decir, cualquier forma de expresión en la que la mente no ejerza ningún tipo de control. De ahí que las diversas técnicas para registrar de forma incontrolada, libre, los estados de ánimo e impulsos profundos. De especial importancia en este movimiento es la reseña de los sueños: recuérdese que, según Freud, en los sueños aflora el mundo del subconsciente, pero en forma de imágenes ilógicas cuya estructura netamente es símbolo de contenidos latentes, de pasiones y sentimientos reprimidos por la razón.

En la pintura surrealista los artistas intentan plasmar por medio de formas abstractas o figurativas simbólicas las imágenes de la realidad más profunda del ser humano, para lo que utilizan recursos como: animación de lo inanimado, aislamiento de fragmentos anatómicos, elementos incongruentes, metamorfosis, máquinas fantásticas, relaciones entre desnudos y maquinaria, evocación del caos, representación de autómatas, de espasmos y de perspectivas vacías. El pensamiento oculto y prohibido será una fuente de inspiración, en el erotismo descubren realidades oníricas, y el sexo será tratado de forma impúdica.

Se interesaron, además, por el arte de los pueblos primitivos, el arte de los niños y de los dementes. Preferirán los títulos largos, equívocos, misteriosos, lo que significa que importaba más el asunto que la propia realización.


En definitiva, el surrealismo se propone la liberación respecto a los límites de la expresión lógica, de ahí que afloren las asociaciones libres e inesperadas, metáforas insólitas, imágenes oníricas y hasta delirantes que buscan despertar en los espectadores reacciones también inconscientes. Ante un poema o un cuadro de índole surrealista, el receptor no comprende racionalmente, pero puede recibir fuertes impactos que modifican su estado de ánimo y suscitan en él oscuras emociones.

El Surrealismo consideró que el arte y la literatura no eran fines en sí mismos sino armas eficaces para destruir las mordazas con que la sociedad, la familia, la moral, la religión, los dogmas de cualquier calaña y la miseria de una lógica domesticadora atenazaban a los seres humanos.


En la pintura de nuestro país fueron muchos artistas los que cultivaron el Surrealismo, pero entre todos ellos destacamos a Joan Miró y Salvador Dalí. El grupo poético del 27 representa la entrada de las ideas surrealistas en las letras españolas.

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