martes, 28 de abril de 2009

Periplo por el universo daliniano

"...El hecho de que ni yo, mientras pinto, sepa cuál es el significado de mi arte, no significa que no lo tenga; al contrario, su significado es tan profundo, complejo, incoherente, involuntario que escapa al simple análisis de la intuición lógica..." (Salvador Dalí)



EL ENIGMA SIN FIN, 1938. Óleo sobre lienzo. 114,5 x 146,5 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid.

Este cuadro es uno de los muchos cuadros en los que Dalí va a utilizar el Método paranoico-crítico y que como modo de representación sustituye al Automatismo que los Surrealistas con Breton y Masson a la cabeza estaban defendiendo. El automatismo consistía en extraer lo irracional del inconsciente, no ejerciendo un control racional en el proceso de creación. La forma que adoptó en la mayoría de las ocasiones fue de grafismo, dejando vagar a la mano sobre el papel bien utilizando un lápiz o un pincel, intentado que de esta forma aflorasen imágenes no-pensadas.
El método de Dalí se fundamenta en las teorías de Freud. Como sabéis, la paranoia es la enfermedad en que el enfermo revela de forma espontánea aquella imagen que para él conforma la realidad, es una imagen deformada por sus obsesiones y problemas, que adquiere una nueva apariencia como fruto de la fusión entre el deseo y la realidad ( el deseo de cómo quiere el paranoico que sean las cosas y la realidad tal cual es); en las deformaciones paranoicas hay imágenes y formas procedentes de la realidad, no hay una ensoñación pura. Es decir, el enfermo interpreta la realidad de un modo determinado que se repite una y otra vez. Un aspecto asociado a la paranoia es la concatenación de fenómenos y la causa última de ésta sería la disfunción entre los deseos y la realidad.
El método paranoico-crítico consistiría en la extracción consciente de los elementos que conforman el mundo interior del paranoico. Dalí lo va a materializar a través de la imagen doble, es decir, va a crear una imagen que sin transformar su apariencia externa conforme una segunda imagen, de forma que el espectador al contemplarlas pueda discernir ambas imágenes.


Dalí proponía plasmar "las imágenes de la irracionalidad concreta". Según el propio artista, sería "una representación tal de un objeto que sea al mismo tiempo, sin el menor cambio físico, ni anatómico, la representación de otro completamente distinto".

El enigma sin fin es un ejemplo muy complejo de esta técnica. Por un lado, tenemos un paisaje, una playa con unas montañas al fondo y una barca varada en la orilla. Las montañas del fondo se transforman, en un segundo nivel de visualización en la figura de un filósofo pensando con la mano apoyada en la cara. Esta figura enlaza un tercer nivel de visualización conformando la figura de un galgo, tomando como pierna delantera la quilla de la barca. A esa concatenación de imágenes es a lo que Dalí denomina "imágenes encadenadas". La barca de la playa es la barriga de una mandolina y la mujer sentada es la peana de un frutero con peras y a la vez es un rostro (nariz, boca y barbilla) cuyos ojos están formados por dos pequeñas barcas.

Para mostrarnos todo este laberíntico mundo, utiliza la técnica de la pintura realista de un Velázquez o un Vermeer de Delft. Una vez más, plasma la ambigüedad en un cuadro lleno de sombras con una gama cromática muy oscura: verdes, donde la iluminación es totalmente irreal y anti-naturalista, y además nocturna, lo que ayuda a que el verismo de las imágenes se transforme en visión fantasmagórica irreal y no sepamos en qué universo nos movemos, de ahí el título escogido. No hace falta referirme a la situación existente en la España de 1938 para entender el sentimiento trágico universal de la vida que se arrastra ya desde finales de XIX. Los escritores e intelectuales de la época manifiestan en sus textos una sensación de incertidumbre, el caminar errante, sin rumbo claro, por el "enigma"existencial que supone estar vivo en un clima tan hostil como fue la Guerra Civil.

Este modo de representación se vio impulsado con la visita que Dalí hizo en julio de 1938 a Freud en Londres, a quien dejó entusiasmado con su obra.

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