lunes, 4 de mayo de 2009

Monumento imperial a la mujer-niña (1929)


Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

3 comentarios:

  1. Las imagenes del subconsciente son los temas que Dali pretende plasmar en sus cuadros: es el metodo paranoico-critico, que con el paso del tiempo lleva a su maxima expresion. Son cuadros que intentan liberar sus propios traumas, en especial los sexuales. Vuelve a poner sus elementos habituales que simbolizan el deseo sexual, tigres o leones. La composicion formal del cuadro es la que sigue en casi todas sus obras surrelistas, esto es un ambiente infinito con un horizonte difuso en el que se acomodan los numerosos elementos que forman la unidad de la obra.

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  2. Dalí, como no podía ser de otro modo, va más allá y enriquece los múltiples significados que se dan al coche y le aplica su método paranoico-crítico y su especial concepción del mundo. Así el coche fosilizado que aparece en Monumento imperial a la mujer-niña (1929) lo utiliza para dar una extensión en el tiempo a la presencia mineral e intemporal de las rocas del Cabo de Creus. La presencia de máquinas dinámicas como coches o aviones crea una disociación de ideas. Une la materia fósil, el tiempo inmemorial junto a lo más reciente en la historia del hombre: la máquina que proporciona movilidad. El contraste de ideas e imágenes sirve para despertar la imaginación del espectador.

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  3. Tras la partida de Cadaqués de Paul Éluard y Gala, en otoño Dalí había vuelto a Figueras para acabar los cuadros ya iniciados y empezar otors, entre los cuales se encuantra este lienzo. Se trata del primero de los numerosos cuadros y dibujos que tienen a Gala como protagonista; éste tiene la particularidad de haber sido ideado bajo el influjo inmediato de la primera fascinación amorosa. Dalí dirá a este respecto: "Quería eregir un monumento a la mujer niña, y esta mujer niña era Gala. Sacrificarle en holocausto todos los terrores pueriles del 1900 de mi infancia. Quería que este cuadro fuese como un alba en el estili de Claudio de Lorena pero con la morfología del Modern Style, correspondiente al más intenso mal gusto barcelonés".
    El intento de exorcismo resulta evidente.Desde una especie de gigantesca estalagmita, recuerdo de los atormentados arrecifes del cabo de Creus y de la Bahía de Es Cayals, donde pocas semanas antes habia declarado su amor a Gala, afloran la cabeza y el busto desnudo de la mujer amada. En torno suyo se apretujan los espectros amenazadores: rostros cuyas bocas semiabiertas y ojos desorbitados trasluce una libídine obscena; manos abiertas cubriendo la cara en señal de vergüenza; fauces abiertas de feroces leones con dentaduras monstruosas.
    Aquí y allá, los símbolos de un hipnótico mauvais goût: un busto de Napoleón, que imaginamos en un material ordinario; holografías con reproducciones de la Gioconda y del Ángelus de Millet; el esqueleto arrodillado, abajo a la derecha, cuyos huesos se curvan imitando motivos auriculares rococó, multiplicados hasta el exceso en el "estilo Napoleón III", el preferido del gusto privinciano entre el siglo XIX y el XX.

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